La verdadera historia de Blancanieves: Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal
Pongámonos en contexto. Año 1729. La pequeña María Sophia nace en el castillo de Lohr, Alemania. Su padre era Philipp Christoph von Erthal, condestable del territorio y gran diplomático que se relacionaba con toda la nobleza de Europa cumpliendo las funciones de ministro de exteriores. Una vida muy activa que se paralizó de pronto cuando falleció su esposa.
Dos años después, volvió a encontrar la felicidad con una nueva esposa: la bella Claudia Elisabeth Maria von Venningen, Condesa Imperial de Reichenstein. Como curiosidad te diremos que hoy en día puede visitarse el castillo de Lohr, y que en una de las habitaciones se halla un espejo que, según se cree, regaló el padre de María a su segunda esposa. Mide 1,60 y es una pieza bellísima que fue fabricada en el mismo pueblo de Lohr, ya que allí disponían de una distinguida industria manufacturera de cristal muy reconocida en Europa.
Y ahora te preguntarás… ¿y cómo era la relación entre María y su madastra? Pues el Dr. Karlheinz Bartels nos dice que, efectivamente, no fue precisamente buena.
Existen muchos archivos y documentos de la época donde se habla de María, una joven muy querida en Lohr por ser muy caritativa con los pobres y las personas necesitadas. Se la describe como una especie de hada, como una persona muy noble y de gran amabilidad personal. Para el “imaginario colectivo”, era la imagen ideal de la hija de un Rey (pero recordemos que no lo era, su padre cumplía solo las funciones de ministro del país).
Como curiosidad a tener en cuenta cabe decir que si el pueblo la apreciaba en especial era porque María era parcialmente ciega, secuelas de una varicela que limitaban un poco su visión. Se hablaba también del trato negativo que su madrastra le propinaba, un desprecio del que el pueblo era siempre muy consciente y que a todos entristecía. Fue precisamente por este sentimiento de compasión por parte de las gentes de Lohr, por lo que los hermanos Grinn se sintieron atraídos por la figura de María. Era muy joven, bella y noble de corazón, una chica que era constantemente maltratada y envidiada por su malévola madrastra.
Pero eso sí, el cuento no empezó a escribirse hasta que la joven María fallece. No se sabe todavía cuál fue la razón de su muerte, pero evidentemente queda claro que no hubo príncipe ni final feliz. Su padre casi nunca estaba en el castillo y la joven pasaba largas temporadas en compañía de esa mujer que siempre favoreció a sus propios hijos antes que a ella. La rechazó por ser bella, por ser caritativa y por poseer ese defecto físico en su visión. Se sabe que el ataúd en el que fue enterrada era especialmente distinguido -no era totalmente de cristal como el del cuento- pero sí poseía algunas piezas talladas por esa industria manufacturera de cristal de la región, que quiso hacerle un homenaje a la joven. Esto también debió servir de inspiración para los hermanos Grimm.
Pero… ¿y qué hay de los siete enanitos? Te preguntarás intrigado. Se dice que los autores debieron basarse en los niños que trabajaban en las minas de la región. Niños que envejecían prematuramente por la búsqueda de minerales y del trabajo continuo que los hacían parecer auténticos viejecillos de pequeña estatura.
Como puedes ver la verdadera esencia de “Blancanieves” tiene un perfume verdaderamente triste. Pero como contadores de cuentos para niños, los hermanos Grimm se encargaron de dar vida y color a la tristeza para endulzarnos con amores verdaderos y finales felices.
fuente: supercurioso.com
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